El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel muy frecuente que se caracteriza por la
aparición de granos en la cara, el pecho y la espalda. Se produce debido a la obstrucción
de los poros de la piel por el sebo que producen las glándulas sebáceas, junto a células
cutáneas muertas y bacterias.
Las glándulas sebáceas
Estas glándulas sebáceas se encuentran en la dermis y están compuestas por células
llenas de lípidos. Están asociadas a los folículos pilosos, que es el poro por el que crece el
pelo, formando una sola unidad conocida como folículo pilosebáceo. Están repartidas por
toda la piel, excepto en las palmas de las manos y las plantas de los pies, y cambian de
tamaño y número según donde se encuentren. Por ejemplo, en la cara y en el cuero
cabelludo son más grandes y numerosas que en el tronco.
La función de las glándulas sebáceas es la de sintetizar sebo.
Glándulas sebáceas especializadas
También existen glándulas sebáceas independientes (no asociadas a los folículos pilosos)
en zonas como las mejillas, la nariz, las areolas, las pestañas, el pene o las labios menores.
Estas glándulas reciben el nombre de glándulas sebáceas especializadas ya que son
ligeramente diferentes y producen un sebo también de composición diferente. Se
denominan:
Glándulas areolares o de Montgomery: son glándulas sebáceas
independientes que aparecen alrededor de los pezones. Además de lubricar el
pezón, se cree que contiene sustancias volátiles que estimulan el apetito de
los lactantes.
Vernix cerosa: durante el desarrollo fetal existen glándulas sebáceas
especializadas que producen un recubrimiento ceroso para proteger al feto
del líquido amniótico.
Glándulas palpebrales o de Meibomian: son glándulas sebáceas que aparecen
en las pestañas. Vierten su secreción grasa al ojo y al mezclarse con las
lágrimas disminuyen su evaporación y favorecen la lubricación del globo
ocular.
Granos de Fordyce: son los granos o pápulas blanquecinas típicas del pubis,
genitales, labios y mucosa oral. A nivel cosmético suelen ser de especial
importancia los que aparecen en el borde de los labios.
Cerumen: el cerumen o cera auditiva es producido por glándulas sebáceas del
canal auditivo.
El sebo
El sebo es una secreción grasa u oleosa secretada por las glándulas sebáceas. Podemos
dividir la función natural del sebo en tres grandes categorías:
Lubricación de piel y pelo: esta es la función más evidente y conocida. Las
sustancias grasas hacen de lubricante, ayudando a mantener la flexibilidad del
vello y humedecer la piel.
Termorregulación: en condiciones de altas temperaturas, la grasa de la piel
forma una emulsión junto al sudor que no se evapora tan fácilmente como el
sudor por sí solo, lo que previene una deshidratación más rápida. En
condiciones de frío y humedad, la capa grasa sobre piel y cabello repele esta
humedad contribuyendo a mantener mejor la temperatura corporal.
Función inmunitaria: la piel y sus apéndices, incluyendo la glándulas sebáceas,
forman el tegumento o sistema integumentario, una barrera física contra
patógenos y daños externos. En este sentido, la grasa de la piel tiene un papel
muy importante, pues forma el llamado manto ácido de la piel (pH 4,5-6,2
según la zona) que protege frente a la entrada de ciertos microorganismos,
neutraliza tóxicos de carácter alcalino, ayuda a mantener la barrera cutánea y
además es fuente de vitamina E para la dermis. También ofrece nutrientes
para microorganismos de la flora cutánea.
Por lo tanto, la actividad de las glándulas sebáceas, su producción de
sebo y la creación de una capa grasa es fundamental para mantener
una piel sana. Pensad en el sebo como la fuente natural de hidratación
de la piel: una sustancia aceitosa y cerosa responsable de mantener la
piel húmeda, suave y saludable.
El exceso de sebo ó secreción sebácea
Como hemos visto, la grasa de la piel es esencial por sus múltiples e importantes
funciones. Sin embargo, su sobreproducción, conocida en el ámbito médico
como seborrea, puede causar brillos, piel grasa y acné, que según el grado, pueden ser
una fuente de preocupación para la persona que los sufre.
Acné, comedones y puntos negros
El acné vulgar, término médico con el que se designa al acné común, es la manifestación
de acné más frecuente. Su mecanismo de formación comienza con la producción de sebo
en exceso, siguiendo por la acumulación de sebo en el poro y por último la inflamación.
El primer lugar se produce la obstrucción del canal pilosebáceo (glándula sebácea +
folículo piloso) por una mayor producción de sebo. Pero además del sebo, en la epidermis
se acumulan células muertas, descamadas, que son células queratinizadas que van
muriendo. Esta mezcla de queratina y sebo se va acumulando en el canal pilosebáceo,
obstruyéndolo y a medida que la producción de sebo continúa, el folículo se va
ensanchando hasta hacerlo visible a simple vista, lo que conocemos como poros
dilatados. Cuando están totalmente obstruidos forman la lesión inicial del acné:
el comedón. Estos comedones o puntos blancos cuando se abren hacia fuera, la grasa del
sebo se oxida y se vuelve negro, formando los conocidos como puntos negros.
La infección se produce cuando un folículo obstruido es invadido por
ciertos microorganismos que viven habitualmente en la piel como la
bacteria Cutibacterium acnes (antiguamente llamada Propinobacterium acnes) y el
ácaro Demodex folliculorum, también implicados en el desarrollo de la rosácea. El
resultado de esta infección es la inflamación mediada por las células inmunológicas, los
linfocitos, CD4 y neutrófilos, los cuales producen la ruptura de la pared del folículo
vertiendo su contenido (los lípidos, las células descamadas y las bacterias), a la dermis.
Cuando estas lesiones inflamadas están enrojecidas y sobreelevadas, se
denominan pápulas y son dolorosas al tacto. Las pápulas pueden llenarse de pus y
entonces se llaman pústulas. Si el folículo sigue creciendo sin romperse, forma un saco
cerrado llamado quiste, que puede percibirse como un saco bajo la piel. Los quistes
suelen producir dolor y dejan cicatrices al curar.
Aunque el acné puede aparecer a cualquier edad, suele iniciarse en la pubertad y
empeora durante la adolescencia. Casi el 85% de las personas muestran acné en algún
momento entre los 12 y 25 años. Se conocen numerosos factores que afectan a la
actividad de las glándulas sebáceas y que pueden desencadenar una piel grasa. Entre
ellos, los más importantes son:
Cambios hormonales: la testosterona aumenta la secreción de sebo, motivo
por el que en la pubertad, antes de la menstruación, durante el embarazo y en
la menopausia puede aparecer acné. Andrógenos, estimula la secreción,
mientras que los estrógenos, inhiben la actividad de las glándulas sebáceas.
Edad: a medida que se envejece se va reduciendo la piel grasa, motivo por lo
que una piel madura suele ser más seca y no suele presentar cuadros de acné.
Genética: la revisión sistemática y metanálisis sugieren que los genes que
influyen en las respuestas inflamatorias, específicamente TNF, y los genes que
influyen en la función y actividad de las glándulas sebáceas, tienen variantes
de riesgo potencial para la presentación y gravedad del acné en todas las
poblaciones. Comprender los factores de susceptibilidad genética y las vías
biológicas involucradas en la patogenia del acné nos ayudará a comprender
mejor el desarrollo de tratamientos efectivos para el acné.
Cosméticos y cuidados inadecuados: el empleo de jabones abrasivos y
exfoliación excesiva puede estimular la producción de sebo con efecto rebote,
y convertir una piel normal o mixta en una piel grasa. Es muy importante
utilizar los productos adecuados según el tipo de piel.
Cambios estacionales: es muy frecuente que durante el invierno la actividad
de las glándulas sebáceas y la producción de grasa disminuya, mientras que los
ambientes húmedos y cálidos los estimulan. Es necesario cambiar las rutinas
de cuidado con los cambios estacionales y ambientales.
Sol y protectores solares con factor solar químico, de tamaño de
nanopartícula, taponan los poros y junto al aumento de sudoración que se
produce en verano, generan el medio de cultivo perfecto para la infección
bacteriana y el empeoramiento del acné. Además, el sol produce
deshidratación, causando que las glándulas sebáceas secreten más sebo para
compensar la sequedad y también las células epidérmicas se descaman,
acumulándose y tapando los poros. Estos brotes se conocen como acné solar.
El sol también puede aumentar la visibilidad de las marquitas del acné al
favorecer la hiperpigmentación o síntesis de melanina.
Dieta: Históricamente, la relación entre la dieta y el acné ha sido muy
controvertida. Alimentos, como azúcares e hidratos de carbono refinados con
alto índice glucémico, grasas y productos lácteos se han asociado al aumento
de secreción sebácea. Poro no existen estudios científicos que avalen esta
creencia.
Tratamientos farmacológicos: ciertos tratamientos farmacológicos pueden
afecta a la actividad de las glándulas sebáceas y, por tanto, a la piel grasa.
Entre ellos destacan terapias hormonales, contraceptivas y esteroides
anabolizantes. Algunos tratamientos resecan la piel y la producción de sebo se
produce como mecanismo compensatorio.
Los lugares donde el acné aparece con mayor frecuencia son la cara, el pecho, los
hombros y la espalda, ya que son las partes del cuerpo dónde existen más folículos
sebáceos.
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